No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
184. El Nombre de Dios es mi herencia.
El Nombre de Dios me recuerda que yo soy Su Hijo; que no soy esclavo del tiempo; que no estoy sujeto a las leyes que gobiernan el mundo de las ilusiones enfermizas, y que soy libre en Dios y eternamente uno con Él.
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Audio texto Lección 204 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 204
Ayuda para las lección 204 de Robert Perry y Allen Watson
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
184. El Nombre de Dios es mi herencia.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Sexto Repaso
Propósito: Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Intentamos abandonar las palabras.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
Si llevo el Nombre de Dios, soy Su Hijo. Tengo la herencia de la familia de Dios, ¡y qué herencia! No soy hijo de moléculas de ADN al azar. No soy el resultado de la supervivencia de los más aptos en una batalla feroz por dominar en la vida. No soy el resultado de mi familia humana, de mi educación, de mis estudios, de mis fracasos, ni de mi civilización. Lo que soy lo he heredado de Dios Mismo.
Como Hijo de Dios, “no soy esclavo del tiempo” (1:2). No estoy limitado al corto tiempo de la vida de mi cuerpo en la tierra. No necesito muchos años de progreso para alcanzar mi herencia, ya es mía ahora. Tampoco soy el resultado de mi pasado. No tengo que temer al futuro. Estoy libre de todas las limitaciones que el tiempo pueda intentar imponerme.
“No estoy sujeto a las leyes que gobiernan el mundo de las ilusiones enfermizas” (1:2). Las leyes del tiempo, del espacio, de la economía, de la salud y de la nutrición, no me gobierna ninguna ley que piense que es fija y que no puede evitarse aquí. Soy Hijo de Dios. Soy espíritu. Soy “eternamente uno con Él” (1:2).

