No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
185. Deseo la paz de Dios.
El Nombre de Dios me recuerda que yo soy Su Hijo; que no soy esclavo del tiempo; que no estoy sujeto a las leyes que gobiernan el mundo de las ilusiones enfermizas, y que soy libre en Dios y eternamente uno con Él.
 No soy un cuerpo.  Soy libre.
 Pues aún soy tal como Dios me creó.
Audio texto Lección 205 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 204
Ayuda para las lección 205 de  Robert Perry  y Allen Watson
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
185. Deseo la paz de Dios.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Sexto Repaso
Propósito:
Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).

COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Intentamos abandonar las palabras.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.

Comentario
El Sexto Repaso dice: “Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses” (L.rVI.Int.1:3). Añade: “Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día” (L.rVI.Int.2:2). Me resulta fácil creer eso de la lección de hoy. Si te gusta aprender de memoria (como a mí), esta lección es excelente para añadirla a tu lista.
Es importante fijarse en los cuatro verbos que se consideran como pasos para aprender “el programa de estu­dios en su totalidad”:
Se entiende: Aunque el Curso recomienda la experiencia muchísimo, y señala que una teología universal es imposible (C.Int.2:5), no puedes pasar por alto el hecho de que considera que la comprensión es muy importante. ¿Cómo podemos tener la experiencia de una idea si no la entendemos? La comprensión se considera aquí un paso fundamental. Antes de poder utilizar la idea “Deseo la paz de Dios”, tenemos que entenderla. Dentro de la idea ( y claramente presentada en la Lección 185) está el hecho de que en mi mente hay un pensamiento muy fuerte, quizá no reconocido, de que no quiero la paz de Dios, y esto lo demuestra el hecho de que no la siento. Sin embargo, ese pensamiento que se opone está equivocado, y podemos rechazarlo cada vez que nos demos cuenta de él, y sustituirlo con la verdad: “Deseo la paz de Dios”.
Se practica: Eso es lo que estamos haciendo en estas lecciones del Libro de Ejercicios. Practicar. Repetirlas a menudo. Pasando largos periodos de tiempo permitiendo que el pensamiento se sumerja y se adentre en los lugares más escondidos de nuestra mente.
Se acepta: Date cuenta de que la aceptación viene después de la práctica. Al principio nuestra mente no acepta la idea, incluso después de entender la idea. Cuando empezamos a practicar, no aceptamos de verdad que queremos la paz de Dios. Pensamos que queremos otra cosa, algo más, algo además de la paz de Dios. Volver a entrenar nuestra mente necesita mucha práctica, hasta que empezamos a darnos cuenta de que “la paz de Dios es lo único que quiero”.
Se aplica: Habiendo aceptado la idea, podemos empezar a aplicarla a cada “aparente suceso” diferente durante el día. Cuando nuestro coche nos deja tirados en medio del tráfico: “Deseo la paz de Dios”. Cuando nos encontramos deseando una relación más satisfactoria: “La paz de Dios es lo único que quiero”. Cuando nos sentimos impulsados a conseguir alguna meta terrenal a cualquier precio: “La paz de Dios es mi única meta”. Cuando pensamos que no sabemos qué hacer o a dónde ir: “La paz de Dios es la mira de todo mi vivir aquí”. Y cuando nos sentimos impulsados a satisfacer alguna necesidad de nuestro cuerpo: “No soy un cuerpo. La paz de Dios es lo único que quiero. Soy libre”.
Gracias, Padre, por tu recordatorio de Tu paz hoy. No necesito nada más, y no quiero nada más. ¡Que la lección de hoy se convierta en la idea central de mi vida, para que pueda decir de corazón: “La paz de Dios es mi única meta”!

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