No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
186. De mí depende la salvación del mundo.
Se me han confiado los dones de Dios porque soy Su Hijo. Y deseo otorgarlos allí donde Él dispuso que se dieran.
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Audio texto Lección 206 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 206
Ayuda para las lección 206 de Robert Perry y Allen Watson
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
186. De mí depende la salvación del mundo.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Sexto Repaso
Propósito: Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Comentario
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Intentamos abandonar las palabras.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
No soy un cuerpo, soy el Hijo de Dios. Soy espíritu, dotado con los regalos de Dios. No soy lo que aparento ser, tampoco lo que durante la mayor parte de mi vida he pensado que yo era. Soy un ser espiritual que está teniendo una experiencia humana, y mi misión aquí (si quiero aceptarla) es dar los regalos de Dios dondequiera que Él me pida que los dé. Y eso abarca a todo el mundo.
El Curso pide un repaso de todas las ideas que tengo acerca de mí mismo. He pensado que yo era una especie de alma pobre y perdida, que va de un sitio para otro sola y asustada. He pensado que yo estaba necesitado y que no tenía recursos. Me he sentido huérfano; como si no encajara en ningún sitio, no importa cuántos lugares haya visitado, o lo que haya intentado para solucionarlo. Me he sentido deprimido, intentando salir de ello.
Ahora, llega este libro, un mensaje de Dios para mí, y me dice que de mí depende la salvación del mundo. Soy una figura central en el plan de todos los siglos. Todo depende de mí, y eso parece atemorizante. Y sin embargo, tengo para dar al mundo los regalos que lo salvarán. Puedo darle mi amor. Puedo darle mi confianza. Puedo darle mi amabilidad, mi ternura y mi misericordia. Puedo dar a aquellos a mi alrededor mi comprensión y mi fe en ellos. Con mi perdón puedo liberarles de la culpa.
Ésta es una idea tan sorprendente de lo que soy que al principio parece ridícula. Al principio, pienso que verme a mí mismo de este modo es el colmo de la arrogancia. Y sin embargo… y sin embargo, si así es como Dios me creó, si para ser esto es para lo que me creó, lo que es arrogante es rechazar la tarea que se me ha dado. Él no me pide que me coloque por encima de nadie. Al contrario, Él me pide que demuestre que todos tienen los regalos de Dios también, que son como yo.
Dios me pregunta: “¿Estás listo ya para ayudarme a salvar el mundo?” (C.2.9:1). Todo el Cielo espera ansiosamente mi decisión. ¿Diré: “Sí”? Me atreveré a decir, de corazón y con comprensión, cada palabra: “De mí depende la salvación del mundo”.

