No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
194. Pongo el futuro en Manos de Dios.
El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. Ahora estoy libre de ambos. Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece.
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Audio texto Lección 214 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 214
Ayuda para la lección 214 de Robert Perry y Allen Watson
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
194. Pongo el futuro en Manos de Dios.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Sexto Repaso
Propósito:
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Intentamos abandonar las palabras.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
Aceptar que el pasado se ha ido es de sentido común, porque por definición, lo que es “pasado” ya no está aquí, se ha ido. Únicamente nuestro apego a las cosas del pasado, nuestra insistencia en repetir continuamente acontecimientos del pasado y darles vuelta en nuestra mente una y otra vez, puede tener algún efecto en el presente. Los efectos que sentimos no son del pasado sino de nuestros pensamientos actuales sobre el pasado.
Aceptar que el futuro todavía no ha llegado es también de sentido común, porque de nuevo por definición, lo que es futuro no está aquí ahora. No puede tener efectos sobre el momento presente. Sólo nuestra imaginación mental de lo que el futuro podría traer, y nuestros pensamientos de lo que todavía no ha llegado, pueden tener efectos en el presente.
En los dos casos, los efectos que imaginamos procedentes del pasado o del futuro, de hecho, proceden de nuestros pensamientos actuales Por lo tanto, únicamente cambiando nuestra manera de pensar pueden cambiarse esos efectos. Cuando soy capaz de abandonar mentalmente el pasado y el futuro, poniendo el futuro en Manos de Dios, se me libera de sus aparentes efectos. Estoy en libertad, en el ahora, para abrirme a aceptar lo que Dios me está dando ahora.
En los dos casos, los efectos que imaginamos procedentes del pasado o del futuro, de hecho, proceden de nuestros pensamientos actuales Por lo tanto, únicamente cambiando nuestra manera de pensar pueden cambiarse esos efectos. Cuando soy capaz de abandonar mentalmente el pasado y el futuro, poniendo el futuro en Manos de Dios, se me libera de sus aparentes efectos. Estoy en libertad, en el ahora, para abrirme a aceptar lo que Dios me está dando ahora.
Las circunstancias actuales en las que me encuentro pueden parecer amenazadoras. En mi percepción, pueden haber sucedido a causa de acontecimientos pasados. Pueden parecer que me llevan a un futuro desgraciado. Sin embargo, si puedo abrir mi mente y creer que: “Lo que Dios da sólo puede ser para el bien” (L.214.1:4), entonces ese bien me vendrá. No podemos conocer todos los factores involucrados en los acontecimientos de nuestras vidas y sus efectos en cada uno de los que nos rodean. Pero Dios los conoce. Podemos con seguridad y confianza abandonar nuestros planes, y dejar el futuro en Manos de Dios. Podemos mirar a las cosas que parecen traernos el mal y rechazar el mal, aceptando únicamente lo que Dios da como lo que de verdad nos pertenece. Hay un regalo de Dios en todo, si lo miramos cuidadosamente. Para poner el futuro en Manos de Dios, tenemos que abandonarnos y dejar de intentar organizar los acontecimientos de nuestra vida. Hacer esto es una lección constante de confianza. La confianza es la clave, un ingrediente esencial para poner el futuro en Manos de Dios.
En el Manual para el Maestro, el paso fundamental en el proceso de desarrollo desde “maestro de Dios” a “maestro avanzado de Dios” es el desarrollo de la confianza. Pasa por varias etapas, expuestas en el Manual con claridad. La mayor parte de esas etapas conlleva alguna incomodidad, porque hasta que hayamos adquirido la confianza de verdad, seguimos intentando adelantarnos a Dios. El dolor no viene de aprender, sino de lo que no se ha aprendido todavía. Lo que estamos aprendiendo eliminará el sufrimiento, pero durante el camino el sufrimiento parece casi inevitable. “Son pocos los maestros de Dios que se escapan completamente de esta zozobra” (M.4.I.5:3). Sin embargo, cuando la lección se ha aprendido, la paz será completamente distinta a todo lo que hayamos conocido. Sólo podemos imaginarnos cómo se siente estando totalmente libre de ansiedades, y sin embargo si hemos puesto nuestro futuro en Manos de Dios, ¿qué otra cosa podríamos tener?
Cada esfuerzo que hacemos en esta dirección es beneficioso. Cada instante que ponemos en Sus Manos disminuirá la carga de preocupación que acarreamos constantemente en nuestra vida. Poco a poco, estamos aprendiendo a entregarle a Él todas nuestras preocupaciones, confiando en que Él nos cuida.

