No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
197. No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano.
¿Quién debe dar gracias por mi salvación sino yo mismo? ¿Y cómo sino a través de la salvación puedo encontrar el Ser a Quien debo estarle agradecido?
 No soy un cuerpo.  Soy libre.
 Pues aún soy tal como Dios me creó.
Audio texto Lección 217 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 217
Ayuda para la lección 217 de Robert Perry  y Allen Watson
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
197. No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Sexto Repaso
Propóstio: Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).

COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Intentamos abandonar las palabras.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
La salvación que el Curso describe es única en el sentido de que combina la total responsabilidad por nuestra propia salvación con la dependencia total de Dios. Mi Ser es lo que me “salva”, sin embargo ese Ser se descubre sólo al reconocer que lo que yo soy no es resultado de lo que yo haya hecho, sino el regalo de Dios al crearme.
Hay una frase en el Texto que dice: “Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde” (T.13.VII.17:8). El agradecimiento que sentimos cuando empezamos a despertar a lo que somos se debe al Ser que estamos descubriendo. Soy yo quien da las gracias, soy yo también Aquel a Quien se le dan las gracias. Es muy difícil entender todo esto hasta que empiezas a experimentarlo. Recuerdo como si fuera ahora un momento en particular en que me pareció tan claro como el agua, durante unos instantes al menos. Me di cuenta de una parte amorosa de mí mismo que me impulsaba continuamente y me dirigía a la paz interior y a la aceptación del Ser. Era algo que siempre había estado allí, más que una parte de mí, mi propia realidad. Al mismo tiempo era consciente de otra parte de mi mente que había empezado a abrirse al amor, y en aquel momento sentí una profunda gratitud hacia mí mismo por estar dispuesto a recibir ese amor. Era consciente de ser el que daba el amor y el que lo recibía, y en aquel momento el pequeño ser que siempre había pensado que era yo se sintió tragado por esta oleada de amor más grande, que se movía constantemente.
Esta sensación extraña de agradecimiento a mi Ser puede expresarse de muchas maneras. A veces, cuando he tomado mi tiempo de quietud para meditar, en el que me siento fuertemente renovado, siento la gratitud invadirme y decir: “Gracias”. Y no estoy seguro si Le estoy dando las gracias a Dios o a mi Ser. Estoy agradecido a mí mismo por haber estado dispuesto a recibir este Curso. Estoy agradecido a mí mismo por leerlo, y continuar estudiándolo y aplicándolo. Cuando una frase del Curso cruza mi mente justo en el momento adecuado, puedo darle gracias a mi Ser por ello.
El Curso enseña que ya todos estamos despiertos, la verdad vive sin mancha en nuestra mente recta. Y es esta mente recta, este Ser que es la única parte de nosotros que tiene realidad de verdad, la que nos está enseñando y llamándonos al hogar. La mente recta es la morada del Espíritu Santo, Él es parte de nosotros y parte de Dios. Su Voz es la Voz de Dios, y también la Voz de mi Ser. Es mi Ser Quien trajo el Curso al mundo. Es mi Ser Quien me lo acercó. Es mi Ser Quien me está trayendo la consciencia. Todo lo que me impulsa en la dirección correcta es un regalo de mi Ser.
Que hoy me sienta agradecido a mi Ser. Que reconozca que me merezco mi propia gratitud. En lugar de sentirme enfadado conmigo, o impaciente, o de ser cruel conmigo, o desanimado, o sin confianza en mí mismo, que me ofrezca a mí mismo mi propia gratitud. Y que me dé cuenta de que mi propio agradecimiento es todo lo que necesito y quiero. Que entienda que cuando haya aprendido por completo a estar plenamente agradecido a mi Ser por lo que soy, habré terminado el viaje, y al mismo tiempo habré aprendido a apreciar y agradecer completamente a Dios el regalo que me ha hecho: mi Ser.

Back to Top