No estoy en peligro en ningún lugar del mundo.
1. Tu Hijo está a salvo dondequiera que se encuentre porque Tú estás allí con él. Sólo con que invoque Tu Nombre recordará su seguridad y Tu Amor, pues éstos son uno. ¿Cómo puede temer, dudar o no darse cuenta de que es imposible que pueda sufrir, estar en peligro o ser infeliz cuando él te pertenece a ti, es bien amado y amoroso, y está por siempre a salvo en Tu Paternal abrazo?
2. Y ahí es en verdad donde nos encontramos. No hay tormenta que pueda venir a azotar el santuario de nuestro hogar. En Dios estamos a salvo, pues, ¿Qué podría suponer una amenaza para Dios, o venir a asustar a lo que por siempre ha de ser parte de Él?
Audio texto Lección 244 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 241-250, Que es el Mundo?
Ayuda para las lección 244 de Robert Perry y Allen Watson
No estoy en peligro en ningún lugar del mundo.
Instrucciones:
Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.
Comentario
Quien yo he creído ser está en peligro en cualquier lugar del mundo. Continuamente nos asaltan señales de peligro. Fumar puede matarme, incluso lo que queda del humo es mortal. El agua no es segura, necesito un purificador. Los conservantes y colorantes de la comida producen cáncer. Mantente alejado del microondas mientras lo tienes enchufado. No te sientes demasiado cerca de la pantalla del televisor o del ordenador. Ten cuidado con los virus del ordenador, y todavía más cuidado con el virus del SIDA. No des de comer a los osos mientras estás acampado. No uses el teléfono en una tormenta en la que haya rayos. No bebas si conduces, y ten cuidado con los que lo hacen.
Para empezar a aceptar la idea de hoy, tengo que darme cuenta de que no soy quien he creído ser. Esta pequeña identidad de Allen Watson, envuelto en un cuerpo frágil, no es el que no está en peligro en ningún lugar del mundo: “Tu Hijo está a salvo dondequiera que se encuentre” (1:1). Es el Hijo Quien está a salvo, el Hijo Quien es amado por Dios “y está por siempre a salvo en Tu Paternal abrazo” (1:3). Hoy en mis momentos de quietud quiero recordar que Esto es Quien yo soy y, al menos en estos momentos, abandonaré mi sensación de peligro, bajaré mis defensas, y disfrutaré de la consciencia del Amor y protección del Padre (1:2). Me daré cuenta de que Quien Yo soy no puede “sufrir, estar en peligro o ser infeliz” (1:3).
Hoy voy a intentar sentir mi seguridad. ¿Cómo me sentiría si supiera de verdad, hasta lo más profundo de mi ser, que no puedo sufrir, estar en peligro o ser infeliz? ¿Qué efecto tendría en la tensión en mis hombros, el nudo en mi estómago, o el acelerado latir de mi corazón? Voy a pensar en esto con detenimiento. Voy a intentar imaginarme la paz que sentiría. Voy a sentir la relajación en cada parte de mi cuerpo y, lo que es más importante, voy a sentir que se derrite la dureza de mi mente. Pienso que me sentiría como un niño pequeño que cuando mamá o papá le dicen: “Ahora todo está bien”, lo cree de verdad. El temblor del miedo cesa, el cuerpecito se relaja, y el niñito se queda dormido en los brazos de su mamá.
“Y ahí es en verdad donde nos encontramos”, “siempre a salvo en Tu Paternal abrazo” (2:1, 1:3). “En Dios estamos a salvo” (2:3). Sí.
¿Qué es el mundo? (Parte 4)
Quien yo he creído ser está en peligro en cualquier lugar del mundo. Continuamente nos asaltan señales de peligro. Fumar puede matarme, incluso lo que queda del humo es mortal. El agua no es segura, necesito un purificador. Los conservantes y colorantes de la comida producen cáncer. Mantente alejado del microondas mientras lo tienes enchufado. No te sientes demasiado cerca de la pantalla del televisor o del ordenador. Ten cuidado con los virus del ordenador, y todavía más cuidado con el virus del SIDA. No des de comer a los osos mientras estás acampado. No uses el teléfono en una tormenta en la que haya rayos. No bebas si conduces, y ten cuidado con los que lo hacen.
Para empezar a aceptar la idea de hoy, tengo que darme cuenta de que no soy quien he creído ser. Esta pequeña identidad de Allen Watson, envuelto en un cuerpo frágil, no es el que no está en peligro en ningún lugar del mundo: “Tu Hijo está a salvo dondequiera que se encuentre” (1:1). Es el Hijo Quien está a salvo, el Hijo Quien es amado por Dios “y está por siempre a salvo en Tu Paternal abrazo” (1:3). Hoy en mis momentos de quietud quiero recordar que Esto es Quien yo soy y, al menos en estos momentos, abandonaré mi sensación de peligro, bajaré mis defensas, y disfrutaré de la consciencia del Amor y protección del Padre (1:2). Me daré cuenta de que Quien Yo soy no puede “sufrir, estar en peligro o ser infeliz” (1:3).
Hoy voy a intentar sentir mi seguridad. ¿Cómo me sentiría si supiera de verdad, hasta lo más profundo de mi ser, que no puedo sufrir, estar en peligro o ser infeliz? ¿Qué efecto tendría en la tensión en mis hombros, el nudo en mi estómago, o el acelerado latir de mi corazón? Voy a pensar en esto con detenimiento. Voy a intentar imaginarme la paz que sentiría. Voy a sentir la relajación en cada parte de mi cuerpo y, lo que es más importante, voy a sentir que se derrite la dureza de mi mente. Pienso que me sentiría como un niño pequeño que cuando mamá o papá le dicen: “Ahora todo está bien”, lo cree de verdad. El temblor del miedo cesa, el cuerpecito se relaja, y el niñito se queda dormido en los brazos de su mamá.
“Y ahí es en verdad donde nos encontramos”, “siempre a salvo en Tu Paternal abrazo” (2:1, 1:3). “En Dios estamos a salvo” (2:3). Sí.

