Paso este día sin miedo y lleno de amor.
1. Quiero pasar este día Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días. Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo. Este día será Tu dulce recordatorio de que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy.
2. Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. Nuestra paz y nuestra santidad nos son restituidas. Hoy el miedo no tiene cabida en nosotros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones.
Audio texto Lección 310. Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer  Lecciones 301 a 300  Qué es el pecado?
Ayuda para las lección 310 de  Robert Perry  y Allen Watson
Paso este día sin miedo y lleno de amor.
Propósito: 
Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica  de este libro.
Comentario
Todos mis días están destinados a pasarlos Contigo, Padre, sin miedo y con amor (1:1). Todos. Pocas veces paso el día así, pero hoy, Padre, quiero pasarlo Contigo. Abro mi corazón para entregarte este día a Ti. Que así sea, tal como Tú dispones. Que conozca la dicha que procede del Cielo, no del tiempo (1:2-3). Que se acalle en mi mente la voz que interfiere, y que oiga la música del Cielo (2:2). No pido visiones de éxtasis que me saquen de este mundo para siempre, pero sí pido que hoy sea algo nuevo y más elevado, un anticipo de lo que me aguarda al final del tiempo.
Que este día sea “Tu dulce recordatorio de que Te recuerde” (1:4). Hazme el regalo de Tu gracia, Padre. Que sienta algo que me sirva para continuar recordando volver mi mente a Ti una y otra vez.
Que este día sea “la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo” (1:4). Abre mis oídos y enséñame a escuchar. Que oiga Tu llamada hoy. Que sienta la atracción de Tu Amor eterno.
Que este día sea “la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy” (1:4). Que haya una fresca y conmovedora consciencia de Tu trabajo en mi vida, de Tu toque en mí. Que vea las señales de que mi libertad es Tu Voluntad. Que encuentre una confianza renovada en la seguridad del resultado que me espera en Tu plan.
Que hoy surja de mí una canción de gratitud. Que aumente mi consciencia de que me estoy uniendo a la eterna canción, cantada por cada parte de Tu creación. Como dijo el salmista, “Voy a cantar una nueva canción al Señor”. Que reconozca la alegría que es la vida misma, dada por Dios, al tiempo que todo el mundo se une a nosotros en la canción.
Hoy el miedo no tiene cabida en noso­tros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones. (2:4)
­​​​​​​​¿Qué es el Segundo Advenimiento?  (Parte 10)
La tercera cosa que podemos hacer teniendo en cuenta lo que es el Segundo Advenimiento, es convertirnos nosotros mismos en parte de la Expiación, ya que la hemos recibido.
Regocijémonos de que podamos hacer la Vo­luntad de Dios y unirnos en Su santa luz. ¡Pues mirad!, el Hijo de Dios es uno solo en nosotros, y podemos alcanzar el Amor de nuestro Padre a través de él. (5:5-6)
La Voluntad de Dios es Amor. La Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad. La Voluntad de Dios es la extensión sin fin del resplandor de Su Ser. Podemos hacer eso porque nos creó para ser eso. Podemos llegar al Amor de nuestro Padre a través de Su Hijo. Es elección nuestra unirnos a esa unidad del Hijo que es el cumplimiento de la Voluntad de Dios. Aquí, en nuestras relaciones dentro del tiempo, estamos empezando el proceso que culmina en el Segundo Advenimiento, la restauración de la única Identidad de Cristo. Cuando nos unimos en un propósito común, el de perdonar y ser perdonados, el de amar y ser amados, acortamos el tiempo para que la Filiación sea completamente una en manifestación. Cuando entregamos nuestras relaciones al Espíritu Santo para que Él las use para Su único propósito de convertirlas en relaciones santas por medio del perdón, nos estamos uniendo en el cumplimiento de la Voluntad de Dios.
Es a través de nuestra unión que llegamos al Amor de Dios. Es a través de nuestra unión que encontramos a Dios. “La realidad de tu relación con Él radica en la relación que tenemos unos con otros” (T.17.IV.16:7).
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