No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
195. El Amor es el camino que recorro con gratitud.
EI Espíritu Santo es mi único Guía. Él camina a mi lado con amor. Y le doy las gracias por mostrarme el camino que debo seguir.
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Audio texto Lección 215 Maya Lacuara
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 215
Ayuda para la lección 215 de Robert Perry y Allen Watson
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
195. El Amor es el camino que recorro con gratitud.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Sexto Repaso
Repasar cuidadosamente las últimas 20 lecciones, cada una de las cuales contiene todo el plan de estudios en su totalidad y, por lo tanto, es suficiente para la salvación, si se entiende, se practica, se acepta y se aplica sin excepción.
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Tiempo de quietud por la mañana/ noche: por lo menos quince minutos.
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Cierra los ojos y abandona todo lo que abarrota tu mente, olvídate de todo lo que crees saber. Dedícale el tiempo al Espíritu Santo, tu Maestro. Si te das cuenta de algún pensamiento de distracción, de inmediato niega que seas su presa, asegurándole a tu mente que ya no lo quieres más. Luego abandónalo y sustitúyelo con la idea del día. Di: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
Observaciones: Estamos intentando ir más allá de las formas especiales de práctica porque lo que estamos intentando es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios, que es nuestro objetivo.
Recordatorios cada hora: Repite: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó”.
Respuesta a la tentación: No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. Luego descarta tranquilamente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día, diciendo: “No quiero este pensamiento. El que quiero es ________” (la idea del día).
COMENTARIOS SOBRE LA PRÁCTICA
Intentamos abandonar las palabras.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Intentamos abandonar las formas especiales de practicar.
Para las sesiones de práctica más largas nuestras únicas instrucciones son:
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Vaciar nuestra mente de todo lo que la abarrota y olvidar todo lo que pensábamos que sabíamos.
Entregamos nuestras sesiones de práctica al Espíritu Santo, Quien nos enseñará qué pensar, decir y hacer, y Quien guiará nuestras sesiones de práctica.
Hay dos excepciones a esta falta de estructura:
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Se nos dice que no dejemos pasar ningún pensamiento vano o distraído sin respuesta durante nuestro tiempo de quietud.
Se nos dan unos pocos pensamientos concretos (unas pocas líneas) para la lección de cada día, para que nos ayuden en nuestra práctica.
Comentario
El repaso de hoy añade una nueva nota a la lección. Recorro el camino del amor. Mientras camino, el Espíritu Santo camina conmigo (1:3-4), y me muestra el camino que debo seguir.
Recorrer el camino del amor no siempre es fácil. A menudo no es tan fácil ver qué es “lo más amoroso” que hay que hacer. Si alguien entra en mi casa a robar, y es arrestado, ¿presento cargos contra él, o le saco del atolladero? ¿Qué acción es la “amorosa”? O para ponerlo más sencillo: un amigo con tendencia a malgastar el dinero, me pide un préstamo. ¿Le doy el dinero o se lo niego? ¿Cuál es el camino del amor?
No lo sé. Aunque piense que lo sé, no lo sé. No puedo saber todos los factores. No puedo valorar la motivación del ego del otro. ¿Cómo podría hacerlo, cuando no conozco las motivaciones de mi propio ego? No puedo saber cuándo una persona está abierta a una acción misericordiosa, o cuándo lo más amoroso sería dejarles enfrentarse a las consecuencias de sus errores. Pero el Espíritu Santo conoce todas esas cosas. Él es mi único Guía. No importa lo extensas que hayan sido mis experiencias pasadas, nunca son suficiente para garantizarme un juicio perfecto. Sin embargo, el Espíritu Santo conoce cada detalle de cada situación. Conoce las repercusiones de cada resultado, y puede guiarme en la acción más amorosa que yo tengo que tomar.
¿Cómo distingo Su Voz? De nuevo, no hay un modo garantizado. Aprender a distinguir Su Voz es un proceso que dura toda la vida. Todo lo que tengo que hacer es entregarle a Él la situación, abandonarla en Sus manos de manera consciente, y luego actuar de la manera que mejor me parezca. Cada día en cada situación, renuevo mi decisión de no tomar decisiones por mi cuenta (con el ego). A veces sentiré un ligero toque interior hacia determinada dirección, sin ninguna razón que yo conozca. Quizá las circunstancias parezcan llevarme hacia determinada dirección. Pueden ocurrir coincidencias maravillosas que parecen señales, dirigiéndome. Otras veces, aparentemente se me dejará que decida por mi cuenta. El Curso nos promete que si cometemos un error, Él los corregirá si Le hemos entregado la situación a Él. Cometeremos errores, pero tenemos Su promesa de corregirlos.
Uno de los aspectos más importantes de escuchar Su Voz, que yo he aprendido, es abandonar cualquier inversión en un resultado determinado. El único resultado que busco es el resultado del perdón, el resultado del amor, el resultado de la paz mental para todos los relacionados con la situación. No puedo escoger qué circunstancias externas son más convenientes para este resultado, sólo el Espíritu Santo lo sabe. Un adolescente rebelde amenaza con abandonar su hogar o con dejar la escuela. Como padre o amigo puedo creer que lo mejor es que se quede en casa o que continúe en la escuela. Yo no lo sé. Quizá la lección que necesita aprender sólo puede encontrarla si se aleja durante un tiempo de su familia y amigos. Así que dejo la situación en manos del Espíritu Santo, y Le pido que me guíe acerca de lo que debo decir o hacer para que sea lo más amoroso. Luego, retiro mi control de la situación. Confío en que estoy siendo guiado, aunque las cosas parezcan ir en una dirección que no me gustan (en mi corta visión). Mi principal responsabilidad es sencillamente no interferir en Su tarea.
Que hoy recorra el camino del amor con gratitud, confiando en que el Espíritu Santo dirige cada palabra y cada acción. Que me recuerde a mí mismo que estoy aquí únicamente para ser verdaderamente útil, para representar a Aquel Que me envió, sabiendo que no tengo que preocuparme por lo que tengo que decir o hacer, pues Él me dirigirá (T.2.V(A).18:2-6).

