Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.
1. Tú no quieres sufrir. Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas. Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido. Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente.
2. Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre, y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada. No puede aportarte nada en absoluto. No te ofrece nada y no existe. Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. Has sido esclavo de algo que no es nada. Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios.
3. Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesiones de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti. Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. Ahí se encuentra la salvación. Ahí por fin encuentras descanso.
4. Da comienzo hoy a tus sesiones de práctica con esta declaración de que aceptas lo que la Voluntad de Dios dispone para ti:
Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.
Y acepto ahora la felicidad como mi función.
Y acepto ahora la felicidad como mi función.
Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión. No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu decisión y de que compartes con Dios Su Voluntad.
5. Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él Mismo. Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función aquí. Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios.
Audio texto Lección 102 Maya Lacuara
Ayuda para la Lección 102, Dr. Kenneth Wapnick
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
Meditación Leccion 102
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 102
Ayuda para las lección 102 de Robert Perry y Allen Watson
Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.
Instrucciones para la práctica
Propósito:
Soltar todavía más tu creencia de que el dolor te ofrece algo. Darte cuenta de que el sufrimiento no tiene ningún beneficio, ni propósito, ni realidad. Darte cuenta de que lo que quieres es la misma felicidad que Dios quiere para ti.
Ejercicios más largos: Cada hora, a la hora en punto, durante cinco minutos (si no puedes hacer esto, al menos haz el alternativo).
Di: “Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz. Y acepto ahora la felicidad como mi función”. Dilo de corazón, haz que sea un acto real de aceptar la Voluntad de Dios.
Luego, pasa el resto del tiempo en meditación intentando “encontrar la felicidad que Dios ubicó en ti” (3:1). Ésta es la práctica que has hecho los dos últimos días y que continuarás haciendo durante varios días más. Recuerda buscar este lugar con verdadero deseo, pues únicamente aquí te sientes en el hogar, en descanso, seguro, y en paz. Recuerda también buscarlo con confianza, pues si de verdad quieres junto con Dios llegar a este lugar, entonces “no puedes dejar de encontrarlo” (4:4).
Di: “Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz. Y acepto ahora la felicidad como mi función”. Dilo de corazón, haz que sea un acto real de aceptar la Voluntad de Dios.
Luego, pasa el resto del tiempo en meditación intentando “encontrar la felicidad que Dios ubicó en ti” (3:1). Ésta es la práctica que has hecho los dos últimos días y que continuarás haciendo durante varios días más. Recuerda buscar este lugar con verdadero deseo, pues únicamente aquí te sientes en el hogar, en descanso, seguro, y en paz. Recuerda también buscarlo con confianza, pues si de verdad quieres junto con Dios llegar a este lugar, entonces “no puedes dejar de encontrarlo” (4:4).
Recordatorios frecuentes: Muy a menudo.
Repite: “Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz. Y acepto ahora la felicidad como mi función”.
Repite: “Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz. Y acepto ahora la felicidad como mi función”.
Comentario
“Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz”.
Qué estupendo que el Libro de Ejercicios va a pasar varios días dedicado a “ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que Dios ubicó en ti” (3:1). Me doy cuenta de que no estoy intentando “hacerme feliz” sino intentando llegar a la felicidad que ya existen mí. Un gurú americano (llamado Da Free John, ahora conocido como Adi Da) dijo una vez: “Ya eres siempre feliz”. Esa frase se me quedó en la mente, y está de acuerdo con lo que el Curso dice acerca de la felicidad.
El Ser que existe en mi interior siempre es feliz. Dios lo creó feliz, la Voluntad de Dios “puso” la felicidad dentro de mí. No estoy intentando crear la felicidad, estoy simplemente intentando encontrarla dentro de mí, descubrirla allí.
El Ser que existe en mi interior siempre es feliz. Dios lo creó feliz, la Voluntad de Dios “puso” la felicidad dentro de mí. No estoy intentando crear la felicidad, estoy simplemente intentando encontrarla dentro de mí, descubrirla allí.
Nuestra creencia en el mérito del sufrimiento se opone a la felicidad. La lección no espera que estemos ya totalmente libres de esta creencia en el sufrimiento. “Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido” (1:3). Esta creencia es lo que se ha puesto sobre nuestra felicidad original, ocultándola y haciéndonos sentir el dolor y el sufrimiento. Nuestra felicidad está escondida debajo de capas de dolor únicamente porque creemos que el dolor tiene algún valor para nosotros. Y sé que por lo menos pongo en duda esta creencia. No quiero sufrir, por supuesto que no. Sin embargo, si sufro yo lo he elegido así, no porque quiera el dolor sino porque quiero lo que creo que el dolor me dará. El mensaje de la lección acerca de esto es: “el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada” (2:1). No sólo eso, sino que todo lo que creo que me dará el dolor carece de existencia igualmente. Todo ello es un espejismo engañoso que el ego hace aparecer como por arte de magia con el fin de impedirnos nuestra eterna felicidad en Dios.
Así pues, hoy afirmamos que compartimos con Dios Su Voluntad de que seamos felices. Afirmamos que queremos ser felices. Sencillamente ser lo que Dios creó como nuestra función. “Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad” (5:1). La frase siguiente (5:2) habla de ser menos amoroso con nuestros hermanos que lo que lo es Dios, y dice que no hay necesidad de ello. La tristeza es nuestra “excusa” para ser menos amorosos que Dios. ¿Cómo puedo abrirte mi corazón lleno de amor cuando estoy triste? Al elegir ser feliz me estoy permitiendo ser completamente amoroso. El Curso siempre parece hacer estas interesantes relaciones entre cosas que nunca se me ocurrirían a mí, pero que son muy claras cuando las muestra.

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Extracción del libro de textos
Es esencial que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinción es lo que hace que la salvación sea posible. Pues el error puede ser corregido, y lo torcido, enderezado. Pero el pecado, de ser posible, sería irreversible. La creencia en el pecado está necesariamente basada en la firme convicción de que son las mentes, y no los cuerpos, las que atacan. Y así, la mente es culpable y lo será siempre, a menos que una mente que no sea parte de ella pueda darle la absolución. El pecado exige castigo del mismo modo en que el error exige corrección, y la creencia de que el castigo es corrección es claramente una locura.
