Yo soy la luz del mundo.
1. ¿Quién es la luz del mundo sino el Hijo de Dios? Por lo tanto, esto no es más que una afirmación de la verdad acerca de ti. Es lo opuesto a una afirmación de orgullo, de arrogancia o de autoengaño. No describe el concepto de ti mismo que tú has forjado. No se refiere a ninguna de las características con las que has dotado a tus ídolos. Se refiere a ti tal como fuiste creado, por Dios. Expresa simplemente la verdad.
2. Para el ego la idea de hoy es el epítome de la auto-glorificación. Pero el ego no sabe lo que es la humildad y la confunde con la auto-degradación. La humildad consiste en aceptar el papel que te corresponde en la salvación y en no aceptar ningún otro. No es humildad insistir que no puedes ser la luz del mundo si ésa es la función que Dios Mismo te asignó. Es sólo la arrogancia la que afirmaría que ésa no puede ser tu función, y la arrogancia es siempre cosa del ego.
3. La verdadera humildad requiere que aceptes la idea de hoy porque es la Voz de Dios la que te dice que es verdad. Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra. Es un paso gigantesco que te conducirá al lugar que te corresponde ocupar en la salvación. Es una aseveración categórica de tu derecho a la salvación y un reconocimiento del poder que se te ha otorgado para salvar a otros.
4. Debes reflexionar hoy acerca de esta idea tan a menudo como puedas. Es la respuesta perfecta a todas las ilusiones y, por ende, a toda tentación. La idea de hoy lleva todas las imágenes que tú has forjado de ti mismo ante la verdad y te ayuda a seguir adelante en paz, sin agobios y seguro de tu propósito.
5. Hoy se deben llevar a cabo tantas sesiones de práctica como sea posible, aunque no es necesario que ninguna exceda uno o dos minutos de duración. Debes empezar cada sesión de práctica diciéndote a ti mismo:
2. Para el ego la idea de hoy es el epítome de la auto-glorificación. Pero el ego no sabe lo que es la humildad y la confunde con la auto-degradación. La humildad consiste en aceptar el papel que te corresponde en la salvación y en no aceptar ningún otro. No es humildad insistir que no puedes ser la luz del mundo si ésa es la función que Dios Mismo te asignó. Es sólo la arrogancia la que afirmaría que ésa no puede ser tu función, y la arrogancia es siempre cosa del ego.
3. La verdadera humildad requiere que aceptes la idea de hoy porque es la Voz de Dios la que te dice que es verdad. Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra. Es un paso gigantesco que te conducirá al lugar que te corresponde ocupar en la salvación. Es una aseveración categórica de tu derecho a la salvación y un reconocimiento del poder que se te ha otorgado para salvar a otros.
4. Debes reflexionar hoy acerca de esta idea tan a menudo como puedas. Es la respuesta perfecta a todas las ilusiones y, por ende, a toda tentación. La idea de hoy lleva todas las imágenes que tú has forjado de ti mismo ante la verdad y te ayuda a seguir adelante en paz, sin agobios y seguro de tu propósito.
5. Hoy se deben llevar a cabo tantas sesiones de práctica como sea posible, aunque no es necesario que ninguna exceda uno o dos minutos de duración. Debes empezar cada sesión de práctica diciéndote a ti mismo:
Yo soy la luz del mundo.
Ésa es mi única función.
Por eso es por lo que estoy aquí.
Ésa es mi única función.
Por eso es por lo que estoy aquí.
Piensa entonces en estas afirmaciones por unos breves momentos, preferiblemente con los ojos cerrados si las circunstancias lo permiten. Deja que te vengan a la mente unas cuantos pensamientos afines y, si observas que tu mente se aparta del tema central, repite la idea de hoy para tus adentros.
6. Asegúrate de comenzar y finalizar el día con una sesión de práctica. De este modo, te despertarás reconociendo la verdad acerca de ti mismo, la reforzarás a lo largo del día y te irás a dormir re-afirmando tu función y el único propósito que tienes aquí. Estas dos sesiones de práctica pueden ser más largas que las demás si te resultan útiles y deseas extenderlas.
7. La idea de hoy va mucho más allá de la mezquina opinión que el ego tiene de ti y de tu propósito. Como portador de la salvación que eres, esto es obviamente necesario. Éste es el primero de una serie de pasos gigantescos que vamos a dar durante las próximas semanas. Trata de empezar hoy a sentar las bases para estos avances. Tú eres la luz del mundo. Dios ha edificado Su plan para la salvación de Su Hijo sobre ti.
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Audio texto Lección 61 Maya Lacuara
Ayuda para la Lección 61, Dr. Kenneth Wapnick
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
Meditación Leccion 61
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 61
Ayuda para las lección 61 de Robert Perry y Allen Watson
Yo soy la luz del mundo.
Instrucciones para la práctica
Propósito:
“Éste es uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra” (3:2). Esta lección es una continuación de lo que comenzó en la Lección 37 (“Mi santidad bendice al mundo”), que contenía “los primeros destellos de tu verdadera función en el mundo, o, la razón por la que estás aquí” (L.37.1:1)
Ejercicio: Tantos como puedas, (sugerencia: cada hora, a la hora en punto), durante uno o dos minutos.
· Dite a ti mismo: “Yo soy la luz del mundo. Ésa es mi única función. Por eso es por lo que estoy aquí”.
· Luego piensa en estas frases. Deja que te vengan pensamientos relacionados. Si puedes, cierra los ojos para hacer esto. Si tu mente se distrae (mejor dicho, cuando se distrae), repite la idea. Éste es el mismo tipo de práctica que hiciste en la Lección 50 y durante el Primer Repaso. Al pensar activamente en la idea, la haces tuya propia.
· Dite a ti mismo: “Yo soy la luz del mundo. Ésa es mi única función. Por eso es por lo que estoy aquí”.
· Luego piensa en estas frases. Deja que te vengan pensamientos relacionados. Si puedes, cierra los ojos para hacer esto. Si tu mente se distrae (mejor dicho, cuando se distrae), repite la idea. Éste es el mismo tipo de práctica que hiciste en la Lección 50 y durante el Primer Repaso. Al pensar activamente en la idea, la haces tuya propia.
Observaciones:
Empieza y termina el día con una sesión de práctica. Éstas pueden ser más largas si quieres. Estas prácticas harán que tu día empiece, termine, y se llene con la afirmación de la verdad sobre ti. Ésta es la clase de día al que el Libro de Ejercicios nos lleva, en el que practicamos por la mañana, por la noche, y durante todo el día.
Éste es el primero de los siete “pasos gigantescos” en tu viaje de regreso al hogar. Intenta hacer hoy exactamente eso. Utilízalo para “empezar a sentar las bases” (7:4) de los pasos gigantescos que quedan por llegar.
Empieza y termina el día con una sesión de práctica. Éstas pueden ser más largas si quieres. Estas prácticas harán que tu día empiece, termine, y se llene con la afirmación de la verdad sobre ti. Ésta es la clase de día al que el Libro de Ejercicios nos lleva, en el que practicamos por la mañana, por la noche, y durante todo el día.
Éste es el primero de los siete “pasos gigantescos” en tu viaje de regreso al hogar. Intenta hacer hoy exactamente eso. Utilízalo para “empezar a sentar las bases” (7:4) de los pasos gigantescos que quedan por llegar.
Comentario
Probablemente, si te pareces a mí, la mayoría de los días no te sientes la luz del mundo. Algunos días me siento como el último rescoldo de la chimenea. Pero esta lección no habla acerca de cómo me siento, habla de lo que soy en verdad. “No se refiere a ninguna de las características con las que has dotado a tus ídolos. Se refiere a ti tal como fuiste creado por Dios” (1:5-6). No se refiere a quien yo pienso que soy, se refiere a mis características del diseño original, directamente de la mano del Creador. Según la enseñanza tradicional cristiana, Jesús es la luz del mundo y el resto de nosotros somos los ciegos que necesitan su luz. Decir “Yo soy la luz del mundo” puede parecer demasiado. Puede parecer arrogante, lleno de orgullo, incluso lleno de ego. Cuando Dios te ha hecho la luz del mundo, ¿qué hay más arrogante que decir: “Lo siento, Jefe, te equivocas. Soy un pobre pecador”?
Tú y yo estamos aquí para ser conductores de la luz de Dios. Ser la luz del mundo es nuestra única función, y la única razón por la que estamos aquí (5:3-5). Somos portadores de la salvación, no hay otro modo de que la salvación venga al mundo excepto a través de nosotros, ¡a través de todos nosotros!
La lección pide nuestra aceptación y práctica de esta idea “uno de los primeros pasos en el proceso de aceptar tu verdadera función en la tierra” (3:2), “un paso gigantesco” (3:3), “una aseveración categórica de tu derecho a la salvación” (3:4). No es únicamente una lección más, ¡es cosa seria! Bajarte del tren del “pobre de mí, necesito que me salven” y subirte al tren de “portador de la salvación” puede ser un punto decisivo importante. La clave general de la idea se refleja en el viejo dicho de los años sesenta: ¿Eres parte del problema o de la solución?
Al principio puede parecer que esta idea pide demasiado de nosotros. “¿Quién, yo salvar al mundo? ¿Estás de broma? ¡Ni siquiera puedo salvarme a mí mismo!” Pero esa creencia sobre nosotros mismos es exactamente donde está nuestro problema. Intenta darle amor a alguien hoy y descubrirás que puedes llevar luz a su vida. Haz esto unas cuantas veces y tu opinión acerca de ti mismo empezará a cambiar. Tu verdadera sensación de valía propia empezará a florecer. Al dar ayuda, te estarás ayudando a ti mismo. Afirmas la divinidad de tu Fuente y te reconoces a ti mismo como un Hijo de Dios al reconocer que ser útil, dar amor, extender amabilidad, y mostrar compasión es la verdadera razón por la que estás aquí.

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Extracción del libro de textos
Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor. No hay senda en el mundo que te pueda conducir a Él ni objetivo mundano que pueda ser uno con el Suyo. ¿Qué camino puede haber en todo el mundo—excepto si la jornada no es más que un errante vagar—que te pueda llevar hasta tu interior cuando todos fueron concebidos para separar a la jornada del propósito que debe tener? Todos los caminos que te alejan de lo que eres te conducen a la confusión y a la desesperanza. Sin embargo, Él nunca dejó Sus Pensamientos a merced de la muerte sin que su Fuente estuviese eternamente en ellos.
0. ¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en Su Unicidad se mantienen íntegros. No hay camino que pueda alejarte de Él ni jornada que pueda llevarte más allá de ti mismo. ¡Qué absurdo y descabellado es pensar que puede haber un camino con semejante objetivo! ¿Adónde podría conducir? ¿Y cómo se te podría obligar a recorrerlo sin que tu realidad, que es una contigo, no te acompañase?
. Perdónate a ti mismo tu locura y olvídate de todas las jornadas fútiles y de todas las metas sin objetivo. No significan nada. No puedes dejar de ser lo que eres. Pues Dios es misericordioso y no permitió que Su Hijo lo abandonara. Siéntete agradecido por lo que Él es, pues en ello reside tu escapatoria de la locura y de la muerte. No puedes estar en ningún lugar, excepto donde Él está. Y no hay camino que no conduzca a Él.
0. ¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en Su Unicidad se mantienen íntegros. No hay camino que pueda alejarte de Él ni jornada que pueda llevarte más allá de ti mismo. ¡Qué absurdo y descabellado es pensar que puede haber un camino con semejante objetivo! ¿Adónde podría conducir? ¿Y cómo se te podría obligar a recorrerlo sin que tu realidad, que es una contigo, no te acompañase?
. Perdónate a ti mismo tu locura y olvídate de todas las jornadas fútiles y de todas las metas sin objetivo. No significan nada. No puedes dejar de ser lo que eres. Pues Dios es misericordioso y no permitió que Su Hijo lo abandonara. Siéntete agradecido por lo que Él es, pues en ello reside tu escapatoria de la locura y de la muerte. No puedes estar en ningún lugar, excepto donde Él está. Y no hay camino que no conduzca a Él.
