Para los repasos de mañana y noche:
1. (95) Soy un solo Ser, unido a mi Creador.
Mías son la serenidad y la paz perfecta, pues soy un solo Ser, completamente íntegro, uno con toda la creación y con Dios.
2. (96) La salvación procede de mi único Ser.
Desde mi único Ser, cuyo conocimiento aún permanece en mi mente, veo el plan perfecto de Dios para mi salvación perfectamente consumado.
3. A la hora en punto:
Soy un solo Ser, unido a mi Creador.
Media hora más tarde:
La salvación procede de mi único Ser.
La salvación procede de mi único Ser.
Audio texto Lección 113 Maya Lacuara
Ayuda para la Lección 113, Dr. Kenneth Wapnick
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 113
Ayuda para las lección 113 de Robert Perry y Allen Watson
95. Soy un solo Ser, unido a mi Creador.
96. La salvación procede de mi único Ser.
Instrucciones para la práctica , Ver las instrucciones del Tercer Repaso
Comentario
Hay algo atrayente en ser “un solo Ser”, que no se puede explicar. Gran parte de la psicología moderna habla de la “integración” de los distintos aspectos de nuestro ser. Así pues, la mayor parte del tiempo nos sentimos como si estuviésemos hechos de piezas diferentes, que a veces trabajan juntas pero que la mayoría de las veces están en conflicto. Hay lo que los psicoanalistas Jungianos llaman nuestra “sombra”, que son tendencias reprimidas que nos siguen como figuras tenebrosas en nuestros sueños.
El Curso ofrece la visión de un Ser unificado. Habla de “una mente que está en paz consigo misma” (L.p.II.8.3:4). Nos dice que debido a que somos un solo Ser, no podemos estar en conflicto. El Texto habla de nuestra guerra contra nosotros mismos (Capítulo 23), y dice que el aparente conflicto que vemos en el mundo a nuestro alrededor no es nada más que un reflejo de la ilusión de conflicto que todos llevamos dentro de nuestra mente. Dice: “Se empieza a tener paz en él (mundo) cuando se le percibe de otra manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y lo que yace tras ellas” (L.200.8:2). La paz tiene que comenzar dentro de nosotros, en la serenidad y en la calma de un ser unificado, en una mente libre de conflicto y ataque.
Sin embargo, el Ser del que estamos hablando es más que un individuo completo y unificado. Es un Ser que todos compartimos, “uno con toda la creación y con Dios” (1:2). Son aspectos diferentes de la misma cosa, pues cuando nos liberamos a nosotros mismos del conflicto dentro de nosotros, nuestro conflicto con el mundo desaparece milagrosamente.
Por eso, la salvación procede de mi único Ser. Cuando nos hayamos unido a nosotros mismos y hayamos reconocido la verdad de nuestro ser unificado, este estado de estar completo se extenderá a los otros de manera natural. Desde dentro del Círculo de la Expiación (T.14.V), acercamos a otros a su propia plenitud, que comparten con nosotros.
Hoy aquieto y acallo a mi mente de todos sus conflictos. Me aparto de la separación. Tomo mi tiempo en la quietud y el silencio para romper mi identificación con esta imagen de un ser dividido en partes diferentes, y me sumerjo en la consciencia de “un Ser” dentro de mí, Que es lo que realmente soy. Las imágenes conflictivas acerca de mí vienen y van con sorprendente frecuencia, ellas no pueden ser mi realidad. Algo permanece debajo de todo ello, el “murmullo” del ser en el que todos los destellos y dramas parecen ocurrir. Esta constancia es lo que soy, no los pensamientos que van y vienen y que exigen mi atención. Abrazo a este único Ser, con gran anhelo, diciendo: “La salvación procede de mi único Ser. Esta unidad es mi salvación. Esta unidad es mi realidad”

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Extracción del libro de textos
Cada día, cada hora y cada minuto e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección; entre el ego y el Espíritu Santo. El ego es la elección en favor de la culpabilidad; el Espíritu Santo, la elección en favor de la inocencia. De lo único que dispones es del poder de decidir. Aquello entre lo que puedes elegir ya se ha fijado porque aparte de la verdad y de la ilusión no hay más alternativas. Ni la verdad ni la ilusión traspasan los límites la una de la otra, ya que son alternativas irreconciliables entre sí y ambas no pueden ser verdad. Eres culpable o inocente, prisionero o libre, infeliz o feliz.
