No hay otro amor que el de Dios
1. Tal vez creas que hay diferentes clases de amor. Tal vez creas que hay un tipo de amor para esto y otro para aquello; que es posible amar a alguien de una manera y a otra persona de otra. El amor es uno. No tiene partes separadas ni grados; no hay ­diferentes clases de amor ni tampoco diferentes niveles; en él no hay divergencias ni distinciones. Es igual a sí mismo, sin ningún cambio en ninguna parte de él. Ninguna persona o circunstancia puede hacer que cambie. Es el Corazón de Dios y también el de Su Hijo.
2.  El significado del amor queda velado para todo aquel que crea que el amor puede cambiar, pues no se da cuenta de que un amor cambiante es algo imposible. Y así, cree que algunas veces puede amar y otras odiar. Cree también que se puede profesar amor sólo a una persona, y que el amor puede seguir siendo lo que es aunque se le niegue a los demás. El que crea estas cosas acerca del amor demuestra que no entiende su significado. Si el amor pudiese hacer tales distinciones, tendría que discernir entre justos y pecadores, y percibir al Hijo de Dios fragmentado.
3. El amor no puede juzgar. Puesto que en sí es uno solo, contempla a todos cual uno solo. Su significado reside en la unici­dad*. Y no puede sino eludir a la mente que piensa qué el amor es algo parcial o fragmentado. No hay otro amor que el de Dios, y todo amor es de Él. Ningún otro principio puede gobernar allí donde no hay amor. El amor es una ley que no tiene opuestos. Su plenitud es el poder que mantiene a todas las cosas unidas, el vínculo entre Padre e Hijo que hace que Ambos sean lo mismo eternamente.
4. Ningún curso cuyo propósito sea enseñarte a recordar lo que realmente eres podría dejar de subrayar que no puede haber dife­rencia entre lo que realmente eres y lo que es el amor. El significado  del amor es tu propio significado, el cual Dios Mismo comparte. Pues lo que tú eres es lo que Él es. No hay otro amor que el Suyo, y lo que Él es, es lo único que existe. Nada lo limita, y, por lo tanto, tú eres tan ilimitado como Él.
5. Ninguna ley que el mundo obedezca puede ayudarte a enten­der el significado del amor. Las creencias del mundo fueron con­cebidas para ocultar el significado del amor y para mantenerlo oculto y secreto. No hay ni un solo principio de los que el mundo defiende que no viole la verdad de lo que es el amor, y de lo que, por ende, eres tú también.
6. No busques tu Ser en el mundo. El amor no se puede encontrar en las tinieblas ni en la muerte. Sin embargo, es perfectamente evidente, para los ojos que ven y para los oídos que oyen la Voz del amor. La práctica de hoy consiste en liberar a tu mente de todas las leyes que crees que debes obedecer, de todas las limita­ciones que rigen tu vida y de todos los cambios que crees forman parte del destino humano. Hoy vamos a dar el paso más ambi­cioso de los que requiere este curso en tu avance hacia el objetivo que ha establecido.
7. Si hoy consigues tener el más leve vislumbre de lo que signi­fica el amor, habrás salvado una distancia inconmensurable hacia tu liberación y te habrás ahorrado un tiempo que no se puede medir en años. Juntos, pues, regocijémonos de dedicarle algún tiempo a Dios y de comprender que no hay mejor manera de emplear el tiempo que ésa.
8. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a escaparte de todas las leyes en las que ahora crees. Abre tu mente y descansa. Cualquiera puede escaparse del mundo que parece mantenerte prisionero si deja de atribuirle valor. Deja  de otorgarle valor a sus míseras ofrendas y absurdos regalos, y permite que el regalo que Dios te hace los reemplace a todos.
9. Invoca a tu Padre con la certeza de que Su Voz te responderá. Él Mismo lo ha prometido, y Él Mismo pondrá una chispa de verdad en tu mente cada vez que renuncies a una creencia falsa, o a una tenebrosa ilusión de tu realidad y de lo que significa el amor. Él irradiará hoy a través de tus vanos pensamientos y te ayudará a comprender la verdad del amor. Con amorosa ternura morará contigo a medida que dejes que Su Voz le enseñe a tu mente abierta y despejada el significado del amor. Y bendecirá la lección con Su Amor.
10. Hoy la legión de años que tendrías que esperar en el futuro para tu salvación desaparece ante la intemporalidad de lo que estás aprendiendo. Demos gracias por habernos librado de un futuro que hubiese sido igual que el pasado. Hoy dejamos atrás el pasado para nunca jamás volver a recordarlo. Y alzamos los ojos para contemplar un presente muy distinto, en el cual se vis­lumbra un futuro que en nadase parece al pasado.
11. El mundo que acaba de nacer aún se encuentra en su infancia. Y lo veremos crecer fuerte y saludable, para derramar su bendi­ción sobre todos aquellos que vengan a aprender a desprenderse del mundo que pensaban había sido engendrado con odio para ser el enemigo del amor. Ahora todos ellos se liberan junto con nosotros. Ahora todos ellos son nuestros hermanos en el Amor de Dios.
12. Nos acordaremos de ellos en el transcurso del día, ya que no podemos excluir de nuestro amor a ninguna parte de nosotros si queremos conocer a nuestro Ser. Por lo menos tres veces por hora piensa en alguien que te acompaña en esta jornada, y que vino a aprender lo mismo que tú tienes que aprender. Y cuando te venga a la mente, comunícale este mensaje de parte de tu Ser:
Te bendigo, hermano, con el Amor de Dios, el cual quiero com­partir contigo. 

Pues quiero aprender la gozosa lección de que no hay otro amor que el de Dios, el tuyo, el mío y el de todos.


Audio texto Lección 127 Maya Lacuara
Meditación Lección 127, Maya Lacuara

Material de apoyo por Jorge Pellicer Lección 127
Ayuda para las lección 127 de  Robert Perry  y Allen Watson
No hay otro amor que el de Dios
Instrucciones para la práctica 
Propósito:  Ésta es una lección enormemente significativa, pues te pide “dar el paso más ambicioso de los que requiere este curso en tu avance hacia el objetivo que ha establecido” (6:5).Das el paso al soltar las creencias que limitan el amor y al abrir tu mente a Dios para que Él pueda enseñarte el verdadero significado del amor.
Más largo: 2 veces, durante quince minutos.
   Este ejercicio es muy parecido al de ayer, en el que fuiste al centro de quietud en tu mente y pediste a la Voz de Dios que  corrigiese tus falsas creencias acerca de dar. Hoy, haces lo mismo, pero ahora Le pides que corrija tus falsas creencias acerca del amor.
   Repite la idea y luego “abre tu mente y descansa” (8:2). Ahora abandona tus creencias (una tras otra) en las leyes y límites de este mundo, pues todas ellas apoyan el amor limitado y cambiante. Abandona tus creencias en el amor parcial, en el amor selectivo, y amor cambiante. Cuando abandonas cada una de estas creencias, Dios la sustituirá con “una chispa de verdad” (9:3), una comprensión de lo que el amor significa realmente. Llámale y pídele que ilumine tu mente acerca del verdadero significado del amor. Ésa es la esencia de esta sesión de práctica: abrir tu mente, abandonar tus creencias que limitan el amor, y pedirle a Dios que te enseñe el significado del amor, que es mucho más grande y más glorioso de lo que tu mente sola podría imaginar.
Observaciones: Da este tiempo con alegría. Es el mejor uso del tiempo que puedes hacer. Pues si obtienes la más pequeña chispa del verdadero significado del amor, en verdad has dado un paso gigantesco. Has avanzado en tu viaje muchísimos años y le has traído libertad a todo el que viene aquí. 
Recordatorios frecuentes: 3 veces por hora, por lo menos.
   Piensa en alguien que conoces y mentalmente dile estas frases: “Te bendigo, hermano, con el Amor de Dios, el cual quiero com­partir contigo. Pues quiero aprender la gozosa lección de que no hay otro amor que el de Dios, el tuyo, el mío y el de todos”. Como el ejercicio más largo, ésta es una técnica muy poderosa para abrir tu mente al verdadero significado del amor.
Comentario
“Tal vez creas que hay diferentes clases de amor” (1:1). Para mi mente no hay “tal vez” acerca de ello, todos pensamos que hay diferentes clases de amor, que cambia con los amigos, familia, hijos, amante, personas, animales, y cosas. La lección afirma que hay un solo Amor: el Amor de Dios. La lección dice que pensar que el amor cambia dependiendo de su objeto de amor es perder el significado del amor por completo (2:1).
“Ninguna persona o circunstancia puede hacer que cambie (el amor)” (1:6). Para nosotros, esto nos puede parecer una descripción del amor muy atemorizante, porque lo que llamamos amor no encaja en esta imagen. Nuestro “amor” viene y se va, crece y disminuye, cambiando con las personas y las circunstancias como la temperatura de un termómetro. Tal como se describe en la lección, el Amor no se ve afectado por nada de fuera de sí mismo. Esto es verdaderamente amor incondicional.
Me siento elevado por la idea de que, si éste es el Amor de Dios, y éste es el único amor que existe, entonces Su Amor por mí nunca cambia y “no hay divergencias ni distinciones” (1:4). Nada de lo que hago o dejo de hacer, cambia Su Amor por mí en lo más mínimo. El Amor de Dios simplemente es, eternamente, sin fin. “No tiene opuestos” (3:7). Es el pegamento que “mantiene a todas las cosas unidas” (3:8). Es la esencia del universo.
Consuela saber que el Amor de Dios por nosotros es así. Sin embargo, puede atemorizarnos pensar que se nos pide que nos amemos los unos a los otros del mismo modo. Parece más allá de nosotros, y si se nos juzga por si estamos o no a la altura de este amor, parecería que todos “estamos privados de la gloria de Dios” como dice la Biblia en Romanos 3:23. Sin embargo, la lección se enfrenta a este miedo en nosotros, y lo hace con una afirmación increíble:
“Ningún curso cuyo propósito sea enseñarte a recordar lo que realmente eres podría dejar de subrayar que no puede haber dife­rencia entre lo que realmente eres y lo que es el amor” (4:1).
En frases cortas, nos dice esto: “El Amor es eterno, sin condiciones, y sin cambios. Tú eres ese amor”. Ya sabes de qué amor estamos hablando, que parece tan ajeno a nosotros, más allá de nuestras posibilidades. Bueno, ¡eso es lo que tú eres! Es la otra imagen de ti, incapaz de tal amor, que cambia con cada circunstancia, eso es una mentira. Este amor que no cambia, esto es la verdad, esto eres tú. ¡No hay ninguna diferencia entre este amor y lo que tú eres!
“Pues lo que tú eres es lo que Él es. No hay otro amor que el Suyo, y lo que Él es, es lo único que existe” (4:3-4).
No vamos a ver este amor mirando al mundo (6:1). No es algo que pueda verse con los ojos del cuerpo; sin embargo, es perfectamente visible para los ojos y los oídos que ven y escuchan al amor (lo que se llama la visión de Cristo). Ésa es la meta de la lección de hoy: ver ese amor en nosotros, captar aunque sólo sea “el más leve vislumbre de lo que signi­fica el amor” (7:1), “comprender la verdad del amor” (9:4). Este intento de acallar nuestra mente, de liberar a nuestra mente de todas las leyes que pensamos que tenemos que obedecer, todos los límites que nos hemos impuesto a nosotros mismos, y todos los cambios que pensamos que hemos hecho en nosotros, y encontrar nuestro Ser, Que es Amor, a este intento le llama “el paso más ambi­cioso de los que requiere este curso en tu avance hacia el objetivo que ha establecido” (6:5). Si tenemos éxito, habremos “salvado una distancia inconmensurable hacia tu liberación y te habrás ahorrado un tiempo que no se puede medir en años” (7:1). ¡Esto no es poca cosa! Ser capaces, aunque sólo sea un poco, de vernos como amor, de captar el hecho de que el amor es todo lo que existe, incluidos nosotros. Esto es un salto enorme ciertamente. Dedicar un rato a este propósito merece la pena. “No hay mejor manera de emplear el tiempo que ésa” (7:2).
Cuando empecemos a darnos cuenta de que sólo existe el amor, que este amor lo es todo y que nos incluye a nosotros, nos daremos cuenta de que incluye a todos los demás también. ¡La única manera de que el amor pueda ser todo, es si incluye a todos! Así empezamos a ver, no sólo a nosotros sino al mundo, de una manera diferente:
“El mundo que acaba de nacer aún se encuentra en su infancia”.    (11:1)
“Ahora todos ellos se liberan junto con nosotros. Ahora todos ellos son nuestros hermanos en el Amor de Dios”.    (11:3-4)
No podemos excluir de nuestro amor a ninguna parte de nosotros si queremos conocer a nuestro Ser. (12:1)
Y así, 3 veces cada hora, se nos pide que recordemos a un hermano o hermana que esté haciendo este viaje con nosotros, y que mentalmente les mandemos este mensaje, como ahora te lo mando yo a ti:
Te bendigo, hermano, con el Amor de Dios, el cual quiero com­partir contigo. Pues quiero aprender la gozosa lección de que no hay otro amor que el de Dios, el tuyo, el mío y el de todos.
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Extracción del libro de textos
Cada día, cada hora y cada minuto e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección; entre el ego y el Espíritu Santo.  El ego es la elección en favor de la culpabilidad; el Espíritu Santo, la elección en favor de la inocencia.  De lo único que dispones es del poder de decidir.  Aquello entre lo que puedes elegir ya se ha fijado porque aparte de la verdad y de la ilusión no hay más alternativas.  Ni la verdad ni la ilusión traspasan los límites la una de la otra, ya que son alternativas irreconciliables entre sí y ambas no pueden ser verdad.  Eres culpable o inocente, prisionero o libre, infeliz o feliz.

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