Introducción
1. Hoy comienza nuestro siguiente repaso. Cada día repasaremos dos de las últimas veinte lecciones durante diez días consecutivos de práctica. Para estas sesiones de práctica seguiremos un formato especial, que se te exhorta a seguir tan fielmente como puedas.
2. Entendemos, por supuesto, que tal vez te resulte imposible hacer cada día y cada hora del día lo que aquí se sugiere como óptimo. Tu aprendizaje no se verá afectado si se te pasa una sesión de práctica porque te resultó imposible llevarla a cabo en el momento señalado. No es necesario tampoco que te esfuerces excesivamente por recuperar el número de sesiones perdidas. Nuestro objetivo no es hacer un rito de las sesiones de práctica, pues ello impediría el logro de nuestra meta.
3. Pero el aprendizaje definitivamente se vería afectado si dejases de llevar a cabo una sesión de práctica por no haber estado dispuesto a dedicarle el tiempo requerido. No te engañes a ti mismo con respecto a esto. Esa falta de buena voluntad puede estar muy cuidadosamente disimulada tras la falsa apariencia de situaciones que parecen estar fuera de tu control. Aprende a distinguir aquellas situaciones que no son propicias para tu práctica de aquellas que urdes para enmascarar tu falta de buena voluntad.
4. Aquellas sesiones de práctica que dejaste de hacer porque por una razón u otra no quisiste llevarlas a cabo, deberías hacerlas tan pronto como hayas cambiado de parecer con respecto a tu objetivo. No estás dispuesto a cooperar en la práctica de la salvación sólo si ello supone un obstáculo para los objetivos que son más importantes para ti. Una vez que dejes de otorgarles valor, permite entonces que tus sesiones de práctica se conviertan en los sustitutos de las letanías que les dedicabas. Pues no te aportaron nada. Mas llevar a cabo tus prácticas te lo ofrece todo. Por lo tanto, acepta su ofrecimiento y permanece en paz.
5. El formato que debes seguir en estos repasos es el siguiente: dedica cinco minutos dos veces al día, o más si así lo prefieres, a reflexionar sobre los pensamientos que se han asignado. Lee las ideas y comentarios que se ofrecen para los ejercicios de cada día. Luego piensa en ellos, mientras dejas que tu mente los relacione con tus necesidades, tus aparentes problemas y todas tus preocupaciones.
6. Invita las ideas a tu mente, y deja que ésta las use según crea conveniente. Ten fe en que sabrá usarlas debidamente, pues para tomar sus decisiones cuenta con la ayuda de Aquel que te dio los pensamientos a ti. ¿En qué otra cosa podrías confiar sino en lo que se encuentra en tu mente? Ten fe, durante estos repasos, en que los medios que el Espíritu Santo utiliza no pueden fallar. La sabiduría de tu mente acudirá en tu ayuda. Dale instrucciones al principio, luego relájate con completa confianza y deja que la mente utilice los pensamientos que le diste tal como te fueron dados para que ella los utilizara.
7. Se te dieron con absoluta confianza y con la absoluta seguridad de que harías un buen uso de ellos; con la absoluta fe de que entenderías sus mensajes y los utilizarías en beneficio propio. Ofréceselos a tu mente con esa misma confianza, seguridad y fe. Ella no fallará. Pues es el medio del que el Espíritu Santo se vale para tu salvación. Y, puesto que ella goza de Su confianza, debe ser sin duda merecedora de la tuya también.
8. Hacemos hincapié en lo beneficioso que sería para ti dedicar los primeros cinco minutos del día a tus repasos, así como los últimos cinco antes de irte a dormir. Si esto no es factible, trata por lo menos de dividirlos de tal manera que lleves a cabo uno por la mañana y el otro durante la última hora antes de irte a dormir.
9. Los ejercicios a llevar a cabo a lo largo del día son igualmente importantes, o incluso más importantes. Te has sentido inclinado a hacer los ejercicios únicamente en los momentos señalados, y luego a ocuparte de otras cosas a las que no aplicas lo que has aprendido. Como resultado de ello, no has reforzado suficientemente tu aprendizaje, ni le has dado la oportunidad de probar cuán grandes son los regalos que te puede ofrecer. He aquí otra oportunidad de hacer un buen uso de él.
10. Durante estos repasos subrayamos la necesidad de no dejar que lo aprendido permanezca inactivo entre tus dos sesiones de práctica más largas. Intenta dar a tus dos ideas diarias un repaso breve, aunque serio, cada hora. Usa una de ellas a la hora en punto, y la otra, media hora más tarde. No necesitas dedicar más de un momento a cada una de ellas. Repite la idea, y deja que tu mente descanse en silencio y en paz por un rato. Luego puedes dedicarte a otras cosas. aTrata, sin embargo, de mantener el pensamiento vivo en ti, y deja que sirva también para ayudarte a conservar la paz a lo largo del día.
11. Si algo te sobresalta, piensa de nuevo en la idea. Estas sesiones de práctica están diseñadas para ayudarte a formar el hábito de aplicar lo que aprendes cada día a todo lo que haces. No es cuestión de repetir el pensamiento y luego olvidarte de él. La ayuda que te puede prestar es infinita. Y su propósito es serte útil en toda circunstancia, en todo momento y lugar, así como siempre que necesites cualquier clase de ayuda. Procura, pues, tener presente la idea en todas tus actividades diarias, y haz que sean santas, dignas del Hijo de Dios y aceptables para Dios y para tu Ser.
12. Cada repaso diario debe concluir con una afirmación más del pensamiento que se debe repetir a la hora en punto, así como del que se debe repetir media hora más tarde. No te olvides. Esta segunda oportunidad de repasar cada una de estas ideas producirá avances tan grandes que emergeremos de estos repasos con ganancias tan extraordinarias en nuestro aprendizaje que de ahí en adelante marcharemos sobre un terreno más firme, con pasos más seguros y con mayor fe.
13. No te olvides de lo poco que has aprendido. No te olvides de lo mucho que puedes aprender ahora. No te olvides de lo mucho que tu Padre te necesita, según repasas los pensamientos que Él te dio.
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Audio Introducción Tercer Repaso, Maya Lacuara
Ayuda para el Tercer Repaso Dr. Kenneth Wapnick
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
“Viaje a través del Libro de Ejercicios Un Curso de Milagros”
TERCER REPASO. INSTRUCCIONES PARA LA PRÁCTICA
Propósito: Una segunda oportunidad para las últimas veinte lecciones, en la que puedes practicarlas mejor, y que puede adelantarte tanto que continuarás tu viaje “sobre un terreno más firme, con pasos más seguros y con mayor fe” (12:3).
Observaciones: Por favor, sigue las instrucciones de abajo con tanto detalle como puedas. Si pierdes una sesión de práctica (ya sean las más largas o las de cada media hora) porque no pudiste hacerlas en el momento adecuado, tu progreso no se verá afectado, No te preocupes por recuperarlas. Sin embargo, si no las hiciste porque no quisiste dedicarles tiempo, tu progreso se verá dificultado. Ésas deberías recuperarlas. Las dejaste de hacer porque pensaste que otra actividad te daría más. Tan pronto como recuerdes que “tu práctica te lo ofrece todo” (4:5), haz los periodos de práctica que las compensan como una afirmación de que tu verdadera meta es la salvación.
Al decidir si debes compensar un periodo de práctica, se muy honesto contigo mismo. No intentes hacer pasar el “no quise hacerlo” por “no pude hacerlo”. Aprende a distinguir entre situaciones que verdaderamente no te permitían hacerlo y aquellas en que podías haberlas hecho si hubieses querido.
Al decidir si debes compensar un periodo de práctica, se muy honesto contigo mismo. No intentes hacer pasar el “no quise hacerlo” por “no pude hacerlo”. Aprende a distinguir entre situaciones que verdaderamente no te permitían hacerlo y aquellas en que podías haberlas hecho si hubieses querido.
Ejercicios más largos: 2: 1 por la mañana, y 1 por la noche (preferentemente en los primeros y en los últimos cinco minutos del día), durante cinco minutos (más si quieres).
Lee las dos ideas y los comentarios acerca de ellas, para que las ideas se asienten firmemente en tu mente.
Luego cierra los ojos y empieza a pensar en las ideas y deja también que te vengan ideas relacionadas (esto se ha hecho ya en lecciones anteriores). Sin embargo, hay un giro importante. Deja que tu mente busque diferentes necesidades, problemas o preocupaciones. En otras palabras, deja que tu mente aplique las ideas de manera creativa para eliminar tu sensación de necesidades, problemas o preocupaciones. Ésta es una versión más avanzada de dejar que vengan pensamientos relacionados, en la que esta técnica se combina con la respuesta a la tentación (ya había consejos de esto en el Segundo Repaso; mira mis comentarios acerca de la respuesta a la tentación en las instrucciones para la práctica del Segundo Repaso).
Recuerda tu entrenamiento en dejar que surjan en tu mente pensamientos relacionados: pon las ideas en tu mente. Confía en la propia sabiduría de tu mente para traer pensamientos relacionados (esta confianza es un tema importante en este repaso). No hagas esfuerzos, deja que tu mente saque los pensamientos. Los pensamientos sólo necesitan tener una cierta relación con las ideas, aunque no deben estar en conflicto con ellas. Si tu mente se distrae, o te quedas en blanco, repite la idea e inténtalo de nuevo.
Si lo intentas y te resulta con muy poca estructura, he encontrado la siguiente versión con más estructura para que te resulte útil:
Deja que te venga a la mente una necesidad, un problema o una preocupación, y nómbrala para ti (por ejemplo: “Veo este conflicto con… como un problema”).
Repite una o las dos ideas del día (por ejemplo: “”Soy espíritu”).
Mientras repites la idea, observa tu mente en busca de chispas de comprensión que surjan y que se apliquen a tu necesidad, problema o preocupación, y repítete esta comprensión a ti mismo (por ejemplo: “Como espíritu, nada puede hacerme daño. Soy totalmente invulnerable”).
Continúa con más pensamientos relacionados, o pasa a la siguiente necesidad, preocupación o problema.
Lee las dos ideas y los comentarios acerca de ellas, para que las ideas se asienten firmemente en tu mente.
Luego cierra los ojos y empieza a pensar en las ideas y deja también que te vengan ideas relacionadas (esto se ha hecho ya en lecciones anteriores). Sin embargo, hay un giro importante. Deja que tu mente busque diferentes necesidades, problemas o preocupaciones. En otras palabras, deja que tu mente aplique las ideas de manera creativa para eliminar tu sensación de necesidades, problemas o preocupaciones. Ésta es una versión más avanzada de dejar que vengan pensamientos relacionados, en la que esta técnica se combina con la respuesta a la tentación (ya había consejos de esto en el Segundo Repaso; mira mis comentarios acerca de la respuesta a la tentación en las instrucciones para la práctica del Segundo Repaso).
Recuerda tu entrenamiento en dejar que surjan en tu mente pensamientos relacionados: pon las ideas en tu mente. Confía en la propia sabiduría de tu mente para traer pensamientos relacionados (esta confianza es un tema importante en este repaso). No hagas esfuerzos, deja que tu mente saque los pensamientos. Los pensamientos sólo necesitan tener una cierta relación con las ideas, aunque no deben estar en conflicto con ellas. Si tu mente se distrae, o te quedas en blanco, repite la idea e inténtalo de nuevo.
Si lo intentas y te resulta con muy poca estructura, he encontrado la siguiente versión con más estructura para que te resulte útil:
Deja que te venga a la mente una necesidad, un problema o una preocupación, y nómbrala para ti (por ejemplo: “Veo este conflicto con… como un problema”).
Repite una o las dos ideas del día (por ejemplo: “”Soy espíritu”).
Mientras repites la idea, observa tu mente en busca de chispas de comprensión que surjan y que se apliquen a tu necesidad, problema o preocupación, y repítete esta comprensión a ti mismo (por ejemplo: “Como espíritu, nada puede hacerme daño. Soy totalmente invulnerable”).
Continúa con más pensamientos relacionados, o pasa a la siguiente necesidad, preocupación o problema.
Recordatorios frecuentes: A la hora en punto y a la media hora, durante un momento.
Repite la idea a aplicar (a la hora en punto: la primera idea; a la media hora: la segunda idea).
Deja que tu mente descanse en silencio y en paz durante un momento.
Después, intenta llevar la idea en tu mente, teniéndola preparada como respuesta a la tentación.
Repite la idea a aplicar (a la hora en punto: la primera idea; a la media hora: la segunda idea).
Deja que tu mente descanse en silencio y en paz durante un momento.
Después, intenta llevar la idea en tu mente, teniéndola preparada como respuesta a la tentación.
Respuesta a la tentación: Cada vez que tu paz se vea amenazada.
Repite la idea (la que te toca de tu última sesión de práctica). Al aplicar la idea a los asuntos del día, harás que esos asuntos sean santos.
Repite la idea (la que te toca de tu última sesión de práctica). Al aplicar la idea a los asuntos del día, harás que esos asuntos sean santos.
Observaciones: Estas sesiones más cortas de práctica (recordatorios frecuentes y respuesta a la tentación) son tan importantes como las más largas, por lo menos. Si te las saltas, lo cual has tendido a hacer, no dejas que las ganancias de las sesiones más largas se aplique al resto de tu vida, donde podrías ver lo valiosos que son sus regalos. Después de tus sesiones más largas de práctica, no dejes “que lo aprendido permanezca inactivo” (10:1). Refuérzalo con los recordatorios frecuentes cada media hora. Y después de éstos, no te olvides de la idea (11:3). Tenla preparada y lista para usarla como respuesta a todos tus pequeños disgustos. De esta manera, construyes una cadena continua que se extiende desde las sesiones más largas a lo largo del ajetreo y bullicio de tu día.
